10.3.08

Ducati 851: oda a la pelirroja















Sí, ya es mía. La agonía ha terminado y el sueño se ha hecho realidad. Tengo 30 años, 25 montando en moto, y os aseguro que llevo mucho tiempo esperando este dulce y lascivo momento. Como reza el dicho, "nunca es tarde si la dicha es buena".


El problema es que estoy solo, o casi... porque nadie me entiende. La gente se ilusiona con motos modernas y ultraveloces, con mezquinas ilusiones de plástico japonés que apaciguan sus ansias consumistas y alimentan su falso ego. Se alegran porque tienen motos de última hornada que jamás pasarán a la historia por NADA. Yo, en cambio, amo las motos... ¿veteranas? Quizá. Eso sí, sólo hierros buenos por favor... Rechazar una moto del siglo XXI por otra 17 años más antigua no tiene sentido, debo de estar loco... ¿o no?

Quizá me deje seducir por sus 6 Campeonatos del Mundo de Superbikes (3 de pilotos -1990, 91, 92- y 3 de constructores –91, 92, 93-) o por sus 78 victorias en mangas del mundial a manos de Marco Luchinelli o Raymond Roche entre otros... quizá alucine con su excepcional parte ciclo... horquilla invertida Showa, amortiguador Öhlins, llantas y frenos Brembo... quizá admire su espectacular diseño y me coloque esnifando su olor a "pedigrí de competición”. Seguramente me emborrache su ronroneo a ralentí, la doble salida Arrow, su contundente par motor, los relojes Veglia Borletti de carreras con fondo blanco o su demoledor depósito de aluminio de 20 litros...
No sé.
Bajarme de ella con el antebrazo derecho hipertrofiado debido a la dureza medieval de su acelerador, con dolores en los riñones y las rodillas, y con esa tenue sensación de haber ganado una pelea contra un chasis tubular de acero Verlicchi demasiado rígido para meterlo en curva tan fácilmente como lo haría con una moto actual... simplemente me vuelve loco.

"La pelirroja" transmite una sensación arcaica que me llena de ORGULLO. Una poderosa forma de entender la VIDA y de disfrutar la MOTO. Un pecaminoso placer lapidado por el paso del tiempo y desterrado al ostracismo por las leyes anticontaminación, el nuevo capitalismo de palo y los 'circenses' reglamentos de competición. Maldita sea, ya estoy harto de mentiras. Necesito motos como las de antes, motos de VERDAD... Ladies and gentlemen: el espectáculo del ciclo admisión-compresión-expansión-escape está a punto de comenzar. El tema The Show Must Go On (álbum Innuendo, Queen, 1991) comienza a revolotear sobre mi pelada cabeza...

Un respeto a esta anciana, un saludo a la leyenda, un beso al romanticismo hecho metal: os presento a la Ducati “Otto Cinque Uno”, la primera Desmo con inyección electrónica. Ya lo dijo el genial Stanley Kubrick: “Si crees en algo con pasión, te entregas completamente a ello y no te disculpas por hacerlo”.
Gracias por vendérmela Tomás, muchas gracias ;)




Nos vemos en la carretera malditos...

1 comentario:

Unknown dijo...

enhorabuena por la máquina¡¡
Estoy seguro que colmará tu ansia de deportividad romántica.
Ahh¡¡ ya sabes lo que toca..rutita al canto¡¡ jajajaj