30.8.07

Paseando por Alcatraz








Aprovechando mi visita a San Francisco de la mano de Harley, fue obligatoria la peregrinación a la inquietante prisión de Alcatraz. Me sorprendió el negocio que desde 1973 tienen montado para satisfacer las ansias consumistas de todo turista que pasa por allí. Dos ferrys en continuo funcionamiento (mientras uno llega, el otro sale) mueve a los visitantes del muelle a la isla y viceversa. Una vez allí, ruta guiada con auriculares por pasillos llenos de gente, para terminar en cuestión de una hora en una tienda de “merchandising alcatracense” que tanto gusta a los yankees. Sí, las películas más conocidas sobre el mito de la isla (Fuga de Alcatraz -1979- o La Roca -1996-), también pueden comprarse allí.
Pero ya que estamos, un poquito de historia sobre la cárcel más famosa del mundo no vendría mal:

Etapa I (1859-1933): el fuerte

Aunque el gobierno de los estados Unidos había comenzado a estudiar posibles uso para esta solitaria isla, fue la fiebre del oro la que apresuró la construcción del faro y la fortificación de su superficie. En 1847, el gobernador militar de California compró Alcatraz al gobierno mexicano. En 1850, un comité militar propuso una estrategia de tres puntos para la defensa de la Bahía de San Francisco. Alcatraz estaba en la línea de entrada de barcos al puerto y en 1853 se inició la construcción del fuerte. Más de 400 soldados y baterías de cañones por todos los flancos de la isla defendieron a la ciudad de las invasiones de los confederados durante la guerra civil americana. A pesar de las mejoras y los avances en tecnología militar, las defensas de Alcatraz quedaron obsoletas y en 1907, el ejército retiró del servicio a Alcatraz como una fortificación.

Etapa II (1934-1963): la prisión

Casi desde el principio, Alcatraz fue una prisión. Desde 1859, hubo prisioneros de la guerra civil, indios, y militares convictos de la guerra contra España (1898). En 1915, Alcatraz recibió la denominación de “Cuartel disciplinario de los EE.UU, división del Pacífico”. Tal y como se ha hecho famosa, Alcatraz volvió a abrirse como penitenciaría federal en 1934. Durante la depresión de los 30, el Ministerio de Justicia se interesó en la isla como un lugar adecuado para una prisión de máxima seguridad. De los 1.545 hombres que cumplieron condena en Alcatraz, sólo unos pocos eran muy conocidos, como por ejemplo Al Capone. La mayoría de los presos eran hombres problemáticos de otras penitemciarías, deseosos de evadirse o alborotadores.
De los 14 intentos de fuga, el más conocido ocurrió en junio de 1962, cuando Frank Morris y los hermanos John y Clarence Anglin consiguieron escapar. El aumento de los costos de mantenimiento (las gaviotas y el viento frío cargado de sal debilitaron el hormigón de los edificios) hizo que el Procurador general de los EE.UU decidiera cerrar Alcatraz el 21 de marzo de 1963.

Etapa III (1964-1972): los indios

Mientras se discutía su uso en el futuro, un grupo de americanos nativos, que eran activistas políticos, escogieron Alcatraz como lugar para defender su postura, ocupándola en 1969 en nombre de los “Indios de todas las tribus”. La actitud de los medios de comunicación fue positiva, pero poco a poco, el apoyo comenzó a disminuir. En junio de 1971, los agentes federales retiraron de la isla a las pocas personas que aún permanecían allí. Tras la ocupación, comenzaron a demoler los edificios empezando por las residencias de los guardias, pero en 1972 se detuvieron las obras pues el gobierno creó la Zona de Parques Nacionales Golden Gate e hizo a Alcatraz parte de la misma.

29.8.07

Laguna Seca: California Dreamin'


Jueves 23 de agosto de 2007, 10 am

California Dreamin', la clásica canción de mediados de los '60 del grupo The Mamas & The Papas, no deja de retumbar en mi pelada cabeza. Probar la última deportiva americana en un circuito tan especial como Laguna Seca exige cierta dosis de tranquilidad y "saber hacer". Que un simple mortal como yo tenga el honor de catar la última Buell en la misma pista en la que hace dos meses Stoner y su Ducati han pulverizado todos los records, no deja de ser inquietante. Para más inri, el expiloto irlandés de MotoGp Jeremy McWilliams ha participado en el desarrollo de la nueva 1125R. Sus 11 años de experiencia en el mundial han sido un buen banco de pruebas para Buell... y para mí, pues él fue quien me ayudó a buscar la trazada correcta en pista el día de la prueba.

Ya en la calle de boxes, la moto se siente pequeña, estrecha y cómoda. Con 1.384 mm entre ejes es tan compacta que parece una dos y medio. Con el reglaje de suspensión al gusto gracias a los técnicos de Buell ¿qué más se puede pedir?
Lanzados ya para abordar la curva Andretti en segunda velocidad, te das cuenta de lo manejable que es la moto. Tampoco se mueve ni titubea a pesar de acelerar a fondo y sin compasión a lo largo de la rápida doble enlazada nº4. Los neumáticos también aportan lo suyo y se pegan al asfalto como una ventosa (Pirelli Diablo Corsa III). La curva nº6 es casi un ángulo recto, ideal para comprobar su rigidez de chasis y acometer con éxito la subida hacia el Sacacorchos.

THE CORKSCREW: UN ACTO DE FE

En plena rampa, compruebas la fantástica estirada de este motor Rotax: una subida de vueltas constante y sin desfallecer hasta las 10.500 rpm del corte de encendido. Toda la energía con la que un bicilíndrico de 146 CV te puede obsequiar.
Tras un cambio de rasante en el que sólo ves cielo y en el que parece que vas a despegar, confío en que después “haya negro” y clavo los frenos como un poseso gracias a la pinza delantera Nissin de ocho pistones. Una gota de sudor frío recorre mi frente antes de entrar a saco en la doble curva del mítico Sacacorchos. Primero a la izquierda y al instante a la derecha, moviendo la moto como si fuera una bici mientras mi estómago trepa hasta la garganta. El buen trabajo de centrado de masas y el bajo peso del conjunto (declaran 191 kg llena) hacen que me sienta muy seguro. El Sacacorchos te escupe literalmente hacia la curva Rainey, que desde luego hace honor al campeón que lleva su nombre. La que para mí es la mejor curva del circuito, consta de un enorme tobogán peraltado de izquierdas que con la ayuda de las suspensiones Showa trazas a lo bestia, a pesar de que Wayne te intente sacar hacia afuera...

Situado entre Los Ángeles y San Francisco, el Mazda Raceway Laguna Seca ya tiene 50 años a sus espaldas. De no ser porque el 1 de noviembre de 1956, un grupo de aficionados fundó la SCRAMP (Asociación de Carreras de Coches de Competición de la Península de Monterrey) con el objetivo de fomentar las competiciones de motor y revitalizar la economía de la zona, Laguna Seca nunca hubiese existido. Para ello, alquilaron el terreno al ejército y comenzaron a construir el circuito. Así, la primera carrera fue ganada por Pete Lovely a los mandos de un Ferrari el 9 de noviembre de 1957. Pero no fue hasta 1972, cuando se celebraron las primeras carreras de motos.
Este circuito californiano ya albergó el mundial de velocidad en 6 ocasiones (entre 1988 y 1994), pero la falta de seguridad hizo desistir a los organizadores. Tras las modificaciones y ampliaciones pertinentes, el ‘Continental Circus’ regresó en 2005, únicamente con la categoría de MotoGP. Desde entonces es una cita ineludible para la cilindrada máxima del mundial.
Laguna Seca es un circuito atípico y único en el campeonato. Es el más corto del calendario con 3.610 m distribuidos en 11 curvas (4 a derechas y 7 a izquierdas), 15 m de ancho y con una recta de 966 metros de largo. En España no hay nada parecido, pero rodando en el Jarama, te puedes encontrar puntos en común. Pero sin duda, el máximo aliciente lo tienes en la curva 8 y se llama “The Corkscrew” (El Sacacorchos). Está considerada por muchos expertos como la mejor curva del mundo. Se trata de una espectacular chicane en bajada con una pendiente del 25% que comienza con un impresionante cambio de rasante. Una verdadera montaña rusa para los sentidos.
Los circuitos de antaño, esos cuyo diseño no entendía de ordenadores sino sólo de creatividad, imaginación y lápiz, son los mejores. Laguna Seca es un claro exponente de ello y, para mí, se encuentra entre los 10 mejores del mundo.

Para haceros una idea, echad un ojo a la vueltecilla de la segunda tanda...

11.8.07

La máxima paranoia: The Stratosphere Tower




Las Vegas... ese vasto emplazamiento ubicado en la esquina sudoeste de Nevada, cerca del límite con California y Arizona, a 450 km de Los Ángeles y a menos de cuatro horas de viaje por una excelente autopista interestatal...
Mucho se ha hablado ya de todos los excesos que se pueden ver y hacer allí. Pero aquí estoy para recordar que entre las faraónicas construcciones que puedes admirar, hay un edificio que posee una de las tres atracciones más fuertes e impactantes del mundo. Hablo de la Stratosphere Tower.
Dentro de esta elegante y delgada estructura de 348 m de altura (hazte a la idea de que el Pirulí de Madrid mide 231 m) hay un casino, un hotel con 1.100 habitaciones, varios restaurantes de primera categoría y un imponente mirador de 360º. No en vano, es el edificio de observación aislado más alto de los Estados Unidos. Pero si lo que quieres son emociones fuertes, sube a su azotea e intenta sobrevivir a cuatro atracciones mecánicas “de vértigo”. Prepárate para flipar:

Locura: una garra articulada con cinco dedos giratorios que se abren sobre la inmensidad de la nada... Vídeo 1 + Vídeo 2

Gran Disparo: una torre sobre la torre, donde podrás ser catapultado al mismísimo cielo en décimas de segundo... y a más de 300 m de altura... Vídeo 3

Montaña rusa: adosada al borde de la estructura, te obsequia con una vueltecita no apta para corazones sensibles... Vídeo 4

Alarido: mi favorita. Una balanza de infarto con inclinación directa hacia el vacío... Vídeo 5