30.4.06

Classic Racing Revival Dénia 2006














El sábado 29 de abril (calentito después de haber acudido ese mismo mes a la carrera de SBK en Cheste) me acerqué a la 14ª edición de las clásicas de Dénia, este año, dedicadas especialmente a Ducati Mototrans y a su mentor en España: Ricardo Fargas (Campeón de Europa en 1961). Desde las 9 de la mañana, además de multitud de modelos de carreras de la firma de Bolonia, podías admirar otras máquinas italianas como Laverda, Benelli o Italjet. Buena representación española a cargo de unas cuantas 2T, además de dos Kreidler de 50 cc del mundial, Hondas RC réplicas, Yamaha TZ, BMW, NSU, Café-racer inglesas, etc. ¡Hasta una fascinante Humber de principio de siglo! El babero es obligado, y la cámara de fotos también.
Además, el centro neurálgico de toda la actividad (la calle Marqués de Campo) estaba enmarcada por numerosos puestos y tenderetes de piezas como en los salones de clásicas. Una carpa oficial Ducati con la actual gama Sportclassic no podía faltar.

MOTOTRANS: LAS DUCATI ESPAÑOLAS

La empresa Mototrans se constituyó en 1958 con el objetivo de construir “Ducatis a la española” bajo licencia italiana. Esta sociedad fue fruto de la unión de Maquitrans (disponía de una división para triciclos motorizados de reparto) y Cliper (importador barcelonés de Ducati). Con el capital y las instalaciones del primero, y el conocimiento y saber hacer del segundo se construyeron modelos nacionales tan carismáticos como la 125 Sport, la 250 Deluxe o la mítica 24 Horas, hasta el cierre de la fábrica en 1982.
El gran alma máter de Mototrans fue Ricardo Fargas. Como piloto y como responsable de la actividad deportiva de la marca se ganó un puesto de honor en la historia gracias a las victorias en la carrera de resistencia de las 24 horas de Montjuich. Bajo su tutela, Ducati ganó 12 veces en varias categorías entre 1957 y 1986. Nombres como Salvador Cañellas, Benjamín Grau, Luis Miguel Reyes, Juan Garriga o Carlos Cardús ganaron con Ducati en el “circuito del parque”. De hecho, José Mª Mallol y Alejandro Tejedo vencieron en la prueba de 1980 con una 900 SS, siendo puntuable para el campeonato del mundo de resistencia.
Pero Mototrans también se atrevió con el mundial y a principios de 1967 vio la luz la MT 250. Este pepino de GP fue diseñado por el ingeniero italiano Aulo Savelli y montaba un motor de 4 cilindros en línea que rendía 50 CV a 14.000 rpm. Estaba equipada con una horquilla Ceriani de 35 mm, frenos de tambor Oldani y amortiguadores Girling. Debutó con Bruno Spaggiari el 30 de abril en el Gran Premio de España celebrado en Montjuich (primera prueba del mundial), pero tuvo que retirarse por problemas con el embrague. Al año siguiente, la MT 250 hizo una breve aparición en los entrenamientos del GP de España, pero pronto fue eclipsada por las nuevas monocilíndricas desmo.

Lo más impresionante del evento fue la carrera de exhibición junto al paseo marítimo de Dénia (comenzaban a las 16:00 y se distribuía por categorías). El actual propietario de la MT 250, Giancarlo Rossi, deleitó a los asistentes con el sonido “pata negra” de esta máquina negro mate con dorsal 34, remontando desde el último puesto de parrilla hasta el 2º donde terminó. Simplemente brutal.

Antes que a Pedro J.


El miércoles 26 de abril sobre las 21.30 horas y junto a unas treinta personas más, subí a un autobús en la sede central de El Mundo (calle Pradillo 42) que me conduciría directamente a la rotativa Fabripress (propiedad de la empresa Unedisa y donde se imprime la tirada nacional del periódico), emplazada en la Avenida de la Constitución de Torrejón de Ardoz (Madrid). La visita estaba programada al término de un curso formativo de dos días sobre periodismo que recibí en las aulas de la sede del periódico. La verdad es que no sabía exactamente que era lo que me iba a encontrar, pero desde luego, me resultó muy ilustrativa e interesante.

A partir de las 22.00 comenzó el recorrido. Los inmensos talleres de impresión, enormes máquinas funcionando a gran velocidad y ordenadores por todas partes se convirtieron en una constante durante aquella noche.
Hay tres edificios “interconectados” que conforman la rotativa, capaz de imprimir 60.000 periódicos en una hora. Espectacular también, fue comprobar el tamaño de los rollos de papel. A pesar de la alta informatización del sistema, las máquinas no lo son todo. Los operarios siempre deben permanecer atentos e intervenir si fuera necesario en posibles enganches y roturas del papel, comprobación de que los colores se adecúan al pantone requerido o dar la última orden de “ok” para la impresión definitiva del periódico.

La primera edición salió a las 00:30 sobre nuestras cabezas. Cuatro carriles con pinzas amarillas pueblan el techo del edificio, y se ponen en funcionamiento al unísono para transportar el periódico de la cinta al embalaje. El ruido ambiente que se creó, te hacía gritar algo más de lo normal, creyendo por momentos que te encontrabas en el estómago de algún monstruo mecánico que acaba de despertar. La sensación del olor a tinta recién grabada junto al tacto de un papel no reciclado cortado al milímetro fue nueva para mí ... algo inquietante, incluso.

Ser uno de los primeros privilegiados en todo el mundo que tuvo el periódico número 5.977 de aquel jueves 27 de abril me produjo cierta emoción ... y aunque sólo fuese por un día, a mí me llegó antes que a Pedro J ...